Una forma de recordar

Siempre me pregunto cómo sucedió esta idea de practicar yoga. Cómo es que se reunió todo lo que transforma mi vida para bien en una palabra. Y esto fue lo que escribí en mi libreta cuando mi alma hablaba bajito:

“Me lo imagino como un cuento, así que intenta seguir conmigo como si no supieras lo que ya sabes… como si fueras tú y tu sabiduría antes de que el yoga existiera.”

Imagina que hubo un día en que los seres humanos olvidaron su origen. Y los hombres, en silencio, comenzaron a buscar una forma de recordar. Se sentaron, cerraron los ojos y comenzaron a respirar. Como una manera de decirle a lo verdadero: sigo aquí. Así experimentaron que lo más cercano a la divinidad no estaba afuera, sino en ese hilo invisible de aire que nos sostiene a todos y que no se trataba de algo especial que nace en unos pocos. Respirar se volvió entonces un acto sagrado, y al hacerlo, despertaron algo muchas veces dormido en el interior: la conexión con el todo.

Entonces, lo cierto es que los antiguos yogis no inventaron el yoga… pero sí lo recordaron. Y al recordarlo, dieron nombre al instante en que la energía del universo está presente. Sospecho que eran verdaderos artistas del silencio, poetas del cuerpo, escultores de la conciencia. Intuyeron que el universo está hecho de encuentro, que toda creación es un gesto de unión, y que ese gesto podía vivirse, respirarse y danzarse.

Lo agruparon todo: la quietud de una montaña, la expansión del océano, la dulzura de la compasión, el coraje de la transformación, el poder de estar presente, lo invisible que sostiene la vida. Lo envolvieron como quien prepara un regalo para el alma, y lo nombraron con humildad: yoga.

¿Te imaginas ese instante antes de que los libros fueran escritos? ¿Te imaginas ese primer sabio que se sentó a respirar y escuchó lo que el universo habla sin palabras? ¿Cómo se escribiría tu cuento?.

Creo que el yoga no fue entonces un invento, sino un recordatorio del pulso más profundo que vive en el ser humano, y ocupó ese lugar sagrado donde las cosas más sublimes del universo pueden encontrarse sin miedo, un espacio donde la existencia canta: no hay belleza más alta que la que nace de la conexión. Y en esa remembranza, los yogis dieron a la humanidad una práctica que no es solo ejercicio, sino la manera que encontró el universo de evocarse a sí mismo a través del cuerpo humano.

Y así, el yoga fue sembrando su verdad en el alma del mundo, y te encontró a ti, y a mí.  Hoy te invito a celebrar el alma, querid@ yogi/yogini, con el corazón y con tu verdad.

Feliz Día Internacional del Yoga.
Con amor,
Tu profe de yoga Joy

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